EL PADRE: Parte II

Link: EL PADRE: Parte I

Como sustento del cristianismo nos indica una sola cosa, una sola oración participe en la definición de Dios: Omnipotente, Omnisciente y Todopoderoso. Cabe destacar que todo el conocimiento interno o externo (con limitaciones, ya expuesto) de este mundo lo posee Dios. El Dios Creacional mantiene resguardo el conocimiento eterno pero limitado, cautivo para los humanos y para las creaciones futuras. Como conocedor del “casi” Todo, se manifiesta entonces otra pregunta irascible y casi paralela a los hechos: ¿Quién posee el conocimiento entero, eterno e inmutable?, ¿Quién, con este conocimiento, puede generar toda clase de acciones con la libertad que le plazca? El cristianismo no aporta nada a estas preguntas.
  Platón alineo ciertas ideas similares, basándose en otro contexto, las cuales, en sus bastos documentos llama a este conocimiento eterno como Las Ideas Eternas, La Verdad o Luz. Esta Verdad, bajo mi creencia, es inagotable y se recicla cierta parte en las demás deidades inferiores o Dioses Creacionales; eliminando gran parte de ella a medida que se avanzaba en la cadena de creaciones hasta llegar a nosotros (El Hombre).

Aun así, Platón nos da una pista o luz sobre las sombras pragmáticas de la caverna que traduciéndolas a mi creencia son similares a la jerarquía de Dioses. Estos dioses eran “emanaciones” del Propio ser Único que contenía o resguardaba el conocimiento eterno, como las pequeñas chispas incandescentes que saltan de la fogata, estas forman o crean las sombras en las paredes (nuestro mundo). Cada emanación tenía un origen común, la fogata.

Diagramación del Padre y Dioses Menores

Este último ser de Luz al que Platón denominaba como Sol[1], es el único ser real que posea a su vez a varios cientos de emanaciones de Dioses. Ahora pues esto limita la realidad de la cadena de creaciones hasta un único ser, que no posee Conocimiento alguno, sino en cambio posee La Verdad o Luz. Es entonces, cuando se plantea un único ser como la Deidad Superior, que contiene o disuelve en sí mismo a las demás entidades menores.
Quizás Platón no tomo con exactitud este modelo de la misma forma, pero prevalece el concepto original planteado en La Parábola de la Cueva de Platón. La realidad se hallaba en el sol (fuera de la cueva) y lo único que podíamos observar eran las sombras creadas por las llamas de la hoguera de la cueva, ignorando por completo quien las creaba: las chispas o llamas de la hoguera (Dioses Menores).
  Así pues tenemos dos clases de deidades: la deidad Suprema o Luz, que posee La Verdad Absoluta y que al no poseer origen debemos suponer que siempre “existió”(palabra quizas algo rebuscada); y la deidad menor que es una emanación de la deidad Superior, la cual se entiende, que pertenece o está ligada (por el conocimiento trasmitido) a su creador. Esta deidad menor representa las deidades creadas por el Hombre en su fan por entender su existencia y la Deidad Superior como La Verdad Suprema que yace dentro de cada uno de nosotros por herencia.
He de aclarar que estas entidades menores no son producto de la creación del hombre, el hombre en su búsqueda incesante se da cuenta de estas entidades menores y los nombra de alguna manera, dividiendo entonces la divinidad. Es por ello que tenemos tantos nombres de Dioses en la antigüedad y en el propio milenio en el que vivimos. De manera paralela niegan o tratan de eliminar (de manera sub-consiente) la deidad superior [como la fogata en la cueva], trayendo como consecuencia el mismo resultado de la parábola de Platón.
  Hasta ahora el motivo de creación del hombre queda resuelto parcialmente, el motivo o justificación de existencia surge por la dicotomía de crear, de dividir y hacer algo con el conocimiento o La Verdad incompleta. Al igual que las llamas sin querer forman sombras, el hombre se crea sin querer por el “mal” uso del conocimiento. Umberto Eco comparte la idea en su libro El Péndulo de Foucault, el cual expresa el deseo de la Deidad Menor en crear, pactando con lo que se denomina Materia y así crea el mundo primigenio:
  “(…) ¿Sabéis que nuestro universo es el resultado de un error (…)?  Sophia era la parte femenina de Dios, porque entonces Dios era más hembra que macho, habéis sido vosotros los que la habéis puesto barba y le habéis llamado Él. Simone dice que quise crear el mundo sin pedirle permiso, yo, la Sophia, que también se llama espera, eso, Ennoia. Creo que mi parte masculina no quería crear, quizás no se atrevía, quizá era impotente, y en lugar de unirme a él  quise hacer el mundo yo sola, no podía resistirlo, creo que era por exceso de amor, (…) Por eso soy el alma de este mundo. (…) [Sophia] Choco con la materia originaria, que era asquerosa (…)” (Eco, 1989, págs. 387-388)

Por ahora solo dejemos el origen de la deidad en cuestión hasta acá, enfoquémonos ahora en la deidad suprema. La deidad suprema se le da el nombre del Padre por dos (2) hechos importantes, en primer lugar la unificación del nombre de Dios en uno solo forma parte de las enseñanzas dejadas por Jesús y luego retomadas por el cristianismo, y por caso por mí mismo. Esta prevalece en que Jesús era el hijo de Dios, pero nos advierte que Nosotros, por Herencia y por nuestro “Espíritu”, también somos parte de Dios haciéndonos llamar Hijos de Dios [Padre]. Este nombramiento nos da una idea simple de cómo llamar a la Deidad Suprema, simplemente El Padre.
  Por añaduria, este nombramiento nos recuerda con mayor intensidad nuestra relación con Él y además nos permite recrear o reconstruir la idea de una familia después de la muerte. El Padre representa nuestra concepción del miembro familiar por excelencia y por correspondencia nos vincula con el mismo. Se nos da una identidad con la deidad y la deidad con nosotros.
  Ahora pues si la deidad menor crea, ¿qué función representativa ejerce el Padre? El Padre como conocimiento eterno nos da una unificación de las funciones. El Padre no crea, se manifiesta en otras entidades llamadas emanaciones, que ya fueron explicadas. A su vez la responsabilidad de ser La Verdad lo vincula en el conjunto de permanecer siempre a disposición de sus Hijos y no pierdan esa Luz Central, esto con la ayuda del Espíritu interior de cada uno. De igual forma, se encarga del orden relativo Espiritual, en el cual se organiza alrededor de Él ciertas regiones que pertenecen a sus Hijos Creadores. Cada emanación le corresponde cierta región y es responsabilidad del Padre mantener este orden en perfecto Equilibrio. Salvaguardar la Verdad del conocimiento menor de sus hijos, lo que se denomina “El Tesoro de la Luz”. 
  Estas funciones específicas, pueden ser encontradas más ampliamente y en un lenguaje algo complicado en los escritos antiguos de la biblioteca de Nag Hamadi. Su correspondencia con los escritos gnósticos los vinculan en los primeros cristianos después de la muerte de Jesús. Aun así podemos observar ciertas influencias de las ideas platónicas en los escritos. En su mayoría podemos decir que casi todas mis creencias poseen un origen común que son las enseñanzas gnósticas y las ideas platónicas, aunque de cierta forma el Romanticismo deja su influencia en otros temas.


[1] Referencia a la historia de “La Parábola de la Cueva de Platón”.

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