Permanecías ahí afuera sin querer entrar a casa. Sabías que ahí adentro estaba todo lo que tanto rechazabas de ti mismo. ¿Cómo es que te llamaba mas la atención las habitaciones apagadas de la casa? Ahí donde la obscuridad abundaba. ¿Debería de llenarte mas estar en la luz como a todos los demás? No sabias en ese momento que en la luz ya no había nada que hacer.
El rechazo a tu naturaleza te hizo ver mas espaldas que rostros. Si tu mismo te rechazas como podrías encontrar a los tuyos. Aquellos que caminen de la mano contigo aún en las tinieblas. Aquellos que sonrían contigo cuando solo se escuchan llantos y lamentos.
Nunca te abriste porque sabías que tus demonios abrirían la puerta, sabías que eran los anfitriones de la casa. Las personas que llegaban solo querían ver la luz. Siempre hiciste que tu anfitriones permanecieran dentro mientras los mirabas con anhelo por la ventana. Si puedes abrir la puerta de tu OBSCURIDAD es que ya no temes estar SOLO.